Hay noches en las que me apetece suicidarme, pensaba. Las noches encerrada en aquella celda que tenía por casa la estaban llevando hacia el mundo que ella misma creaba. Cariño, no es lo que piensas, recordaba. Acto seguido cogió la almohada y la lanzó contra la pared. Eran las siete y veinte de un viernes, y como un día más, salió al balcón a observar el escenario que tanto le gustaba, ese del cual quería ser algún día protagonista. Siempre le había gustado estar en boca de todos, y no hablo solo del sentido figurado. Amaba su cuerpo más que ningún otro, por encima de los demás se amaba hasta tal punto que confundía cuál era su papel en la realidad. Por favor Corina, no lo hagas, recordaba sonriente. Entró al comedor y fue hacia la primera habitación de la derecha. Abrió la puerta, cogió un poco y salió al balcón de nuevo. Se sentó en la silla. Así era mucho más fácil. ¡Oh, mierda! Volvió a entrar y enchufó el ordenador para poner un poco de música. Con música todo es mucho mejor, pensaba. Por fin se sentó y empezó a enrollarlo. MP. Era su momento preferido del día. Mientras inhalaba un poco de aquella mierda iba cayendo la noche y con ella su locura aumentaba. Déjala en serio, te arrepentirás, revivía el momento. Las imágenes vagaban por su cabeza como si de ayer se tratase. Corina, basta. Recordó aquel día en el que llegó tarde. Habían quedado para hacer picnic en la playa de la Barceloneta y él llegó cuarenta minutos tarde. Le dijo que Maite había tenido una avería en su coche y la tuvo que llevar al trabajo. Esa semana el padre de Jordi tenía un congreso de quiropráctica en Tarragona. Maite Pérez. Suicidarse o matar a alguien. Estoy un poco loca, será la hierba. Fíjate en qué iluminación tiene desde aquí, desde luego es lo que más me gusta de esta ciudad. En la cima de la montaña se encuentra una antigua fortaleza militar con una larga historia, que en la actualidad sirve como mirador. En 1842 durante la regencia del general Espartero, la ciudad fue bombardeada desde este castillo para conseguir así someter una revuelta. Al año siguiente, el general Prim ordenó de nuevo el bombardeo a la ciudad. En este castillo fue fusilado Francesc Ferrer i Guardia. Mañana volveré a subir, pensó. El canuto había llegado a su fin, entró al comedor y cerró la puerta del balcón. MP. Se sentó en el sofá, poniendo los pies sobre la mesa, cogió el mando. Muy Puta.
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