Cuando Amanda entró en casa, vio a su hermana con un cuchillo en la mano derecha.
Esa mañana se levantó decidida, sabia lo que quería y no había vuelta atrás. Cuando se miró al espejo, se acordó de su madre y su hermana, de aquellas palabras. Se puso a llorar y se fue directa a la cocina. Buscó un pedazo de papel y un bolígrafo azul, el negro no le gustaba. Era momento de escribir.
Dejó el papel en el mueble de la entrada y volvió a la cocina. Apartó una silla y se sentó en ella. Cogió el cuchillo y lo miró. Se pasó veinte minutos con la mente en blanco, únicamente miraba lo que sostenía entre manos.
Cuando Amanda entró en casa, vio a su hermana con un cuchillo en la mano derecha y en la otra un melocotón.
- ¡Oh, vamos Maria, que no es para tanto! Yo te ayudaré, venga.
- Gracias hermana. Te he dejado la lista de la compra en la entrada.
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