jueves, 3 de octubre de 2013

Papeles, tinta y pelirrojas.


  • ¿Qué haces? Déjame, estoy trabajando.
  • Tu llamas trabajo a cualquier chorrada con tinta.
  • Vete a la mierda.
  • Sólo mírate, o mejor, mírame a mi. - Tomás gira la cabeza y mira. La pared es ocre.
  • Berto traeme algo fuerte, por favor.

Las ambulancias, el ruido de los coches cuando la calle está mojada. La vecina de la puerta 206, cada jueves noche tarda un minuto y doce segundos en atinar la llave a la cerradura. Siempre dice la misma palabra cuando por fin la acierta, son las historias que se repiten, cada semana, cada mes. A la señora Expósito se levanta a las 6.36 para darle de comer a su gato, y ella se hace una tostada con aceite y pavo, luego se toma un té mientras lee el periódico. Berto a bajado a comprar. Nadie llama a mi puerta. Al lío. Una pelirroja tal vez, con gafas. Me acelero demasiado, esperate a que haya una respuesta. ¿Cuando le llegará? Se supone que de tres a cinco días laborables. Quizá de piel blanca, nunca he visto a una pelirroja con piel morena. ¿Pecas tal vez? Muy típico. Berto había bajado a comprar, ¿no? Debería de tener un perro, le pega. Y llevar gafas redondas, labios gruesos. La puerta sigue sin sonar.

  • Ya era hora. ¿Qué cojones me has traído?
  • Lo que me pediste.
  • Yo nunca te he pedido nada.
  • Entonces, ¿qué quieres?
  • Que hagas las cosas bien, de una vez por todas y te vayas.


El saxo es bastante bonito pero tal vez me gusta más el clarinete, será porque mi abuelo lo tocaba, qué gran hombre. Veamos lo que me ha traído. No me quedan vasos limpios, joder. Pues la taza. ¿Seguirá en Francia? Memeces. Esto no me sirve de nada, pensar, para qué. ¿Y Berto? Había bajado a comprarme mi botella, ¿dónde se ha metido? ¿Qué hora será?

  • ¿Has dicho algo?

Qué frío hace en este apartamento. Voy a tener que empezar a poner la calefacción. Voy a liarme otro. Ah no, tengo uno aquí. Berto habia bajado a comprar, creo. ¡Mira otro! Podría llamarla Estela.

  • He dicho que te vayas. El trabajo se me acumula.

Me levanto y busco las llaves por el sofá, no sé donde las dejé. ¿Cuando salí la última vez? Martes, sí, y fui directo al baño. Bingo. Abro la puerta, giro la llave dos veces. Nada nuevo, aunque no sé como me extraño si ya lo sabía. Es una zorra, todo palabrería. Creer en ella fue un error desde el comienzo, durante esas tres horas, esas tres malditas horas en las que me enamoré de su mentira. ¿Cómo una persona puede fingir tan bien? No, no puede ser. Luego dicen que somos complicados, vosotras si que lo sois, nosotros somos simples, una respuesta, solo una mísera respuesta. ¿Tan difícil es tener las cosas claras? Desgraciados aquellos que las tienen, en realidad. ¿Dónde se habrá metido Fran, o era Berto? En fin. Es que esos ojos... joder esos ojos me vuelven loco.



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