- ¿Qué haces? Déjame, estoy trabajando.
- Tu llamas trabajo a cualquier chorrada con tinta.
- Vete a la mierda.
- Sólo mírate, o mejor, mírame a mi. - Tomás gira la cabeza y mira. La pared es ocre.
- Berto traeme algo fuerte, por favor.
Las ambulancias, el ruido de los coches
cuando la calle está mojada. La vecina de la puerta 206, cada jueves
noche tarda un minuto y doce segundos en atinar la llave a la
cerradura. Siempre dice la misma palabra cuando por fin la acierta,
son las historias que se repiten, cada semana, cada mes. A la señora
Expósito se levanta a las 6.36 para darle de comer a su gato, y ella
se hace una tostada con aceite y pavo, luego se toma un té mientras
lee el periódico. Berto a bajado a comprar. Nadie llama a mi puerta.
Al lío. Una pelirroja tal vez, con gafas. Me acelero demasiado,
esperate a que haya una respuesta. ¿Cuando le llegará? Se supone
que de tres a cinco días laborables. Quizá de piel blanca, nunca he
visto a una pelirroja con piel morena. ¿Pecas tal vez? Muy típico.
Berto había bajado a comprar, ¿no? Debería de tener un perro, le
pega. Y llevar gafas redondas, labios gruesos. La puerta sigue sin
sonar.
- Ya era hora. ¿Qué cojones me has traído?
- Lo que me pediste.
- Yo nunca te he pedido nada.
- Entonces, ¿qué quieres?
- Que hagas las cosas bien, de una vez por todas y te vayas.
El saxo es bastante bonito pero tal vez
me gusta más el clarinete, será porque mi abuelo lo tocaba, qué
gran hombre. Veamos lo que me ha traído. No me quedan vasos limpios,
joder. Pues la taza. ¿Seguirá en Francia? Memeces. Esto no me sirve
de nada, pensar, para qué. ¿Y Berto? Había bajado a comprarme mi
botella, ¿dónde se ha metido? ¿Qué hora será?
- ¿Has dicho algo?
Qué frío hace en este apartamento.
Voy a tener que empezar a poner la calefacción. Voy a liarme otro.
Ah no, tengo uno aquí. Berto habia bajado a comprar, creo. ¡Mira
otro! Podría llamarla Estela.
- He dicho que te vayas. El trabajo se me acumula.
Me levanto y busco las llaves por el
sofá, no sé donde las dejé. ¿Cuando salí la última vez? Martes,
sí, y fui directo al baño. Bingo. Abro la puerta, giro la llave dos
veces. Nada nuevo, aunque no sé como me extraño si ya lo sabía. Es
una zorra, todo palabrería. Creer en ella fue un error desde el
comienzo, durante esas tres horas, esas tres malditas horas en las
que me enamoré de su mentira. ¿Cómo una persona puede fingir tan
bien? No, no puede ser. Luego dicen que somos complicados, vosotras
si que lo sois, nosotros somos simples, una respuesta, solo una
mísera respuesta. ¿Tan difícil es tener las cosas claras?
Desgraciados aquellos que las tienen, en realidad. ¿Dónde se habrá
metido Fran, o era Berto? En fin. Es que esos ojos... joder esos ojos
me vuelven loco.
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