Hace mucho
que no escribo por lo que empecé a moverme, por los motivos reales
en los que empecé a rellenar Words. La búsqueda de la felicidad
continua.
Suena
cursi, pero es así.
Todos la
buscamos , en un libro, una serie, una tarde con manta y palomitas,
un festival de música, en skyscanner, en instagram, en un abrazo, en
la aceptación... tantas cosas. En un canuto, en un partido de voley,
un vermut, una báscula... infinidades.
Y con la
experiencia que me permite el tiempo, me voy dando cuenta de que
todos tenemos problemas, y sino, los buscamos y les ponemos nombre.
Que eso sí que nos gusta, la etiqueta. Veo la cantidad de trabajo
que tendrán los psicólogos en el futuro y lo complicado que
hacemos, en ocasiones, sobrevivir/vivir.
Siento que
faltan horas para cumplir mi agenda, y que a pesar de organizarme lo
mejor que sé, tengo un grave problema con el tiempo, y me da
muchísima rabia que tan solo haya 24h por día.
Pero sigo
pensando, que todo pasa por alguna razón, que es mejor dejarse
llevar y ocuparse del momento. Pensar en ese futuro inmediato. Que se
nos ofrecen personas en momentos adecuados, y son regalos constantes
que es precioso valorar cada día. Vivir y morir al llegar la noche
para renacer. Que hay días neutros, días en los que nos merecemos
estar antisociales, enfadados o tristes. Porque sin ellos no
apreciaríamos lo bueno.
No se puede
estar siempre en la cima, porque nos acabaríamos cansando, de nuevo.
Hay que lanzarse al vacío y saborear la caída.