Si por casualidad te encuentras a alguien no te asustes, tal vez esté tan loco como tú y se haya permitido un paseo sin correa. Mantén la vista fija pero no más de dos segundos. Desnúdate en cuerpo y alma hacia lo que tienes delante. Sedúcelo, con una mirada, con una sonrisa, como mejor tú sepas y más segura te encuentres. Quizá él te lo devuelva con la misma moneda.
Pero ten cuidado, si esa elevación te crea una adicción al dejar aquel lugar, de querer volver a él, deseando sentir el placer de nuevo, de que tus pensamientos vuelen en total libertad y choquen como las olas en la orilla, y se vuelvan para dentro, y afuera, y adentro.
Si entonces crees que tu vida necesita nutrirse de momentos como ese para que cobre sentido, plantéate que eres especial. Y gózalo.