Me lo pediste y aquí lo tienes,
quizá
no sea de tu agrado o ni si quiera lo leas.
Me
enamoré de ti sin conocerte,
esperé
señales, pero sólo percibía luces intermitentes.
Sentía
tantas cosas juntas que no cabían
ni en
un centenar de libros llenos de polvo.
No te
olvido aunque me tome mil remedios baratos
te
añoro, pero a la vez temo el verte de nuevo.
Hubo un
día en que algo se murió,
tal vez
ese algo nunca existió, por eso me lo imaginaba
todas
las noches, mientras le hablaba y le lloraba a la almohada
en la
que nunca te acostaste.
Te pedí
un baile y no me lo concediste,
te robé
un beso y aún lo conservo,
te
esperé, con los ojos abiertos.
No verás un estribillo porque
lo
nuestro nunca se repitió
y si
algún día lo hace, volveré a escribirte
como lo hago todas las noches.
Sigues
vivo en mis letras y en mi cabeza.
La
locura me supera pero con ella abro nuevos horizontes,
Así
que esperaré, y me moriré esperándote
porque
sé que nunca llegarás.
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