Tal como pasan los días, te vas dando cuenta de
aquellas cosas que de verdad merecen la pena y las que no, por las que sientes
que debes luchar y las que debes dejar de lado. Existen personas que lo dan
todo por ti y otras que no darían ni una prenda, las que te adoran por como
eres y las que te adoran para lo que quieren, las que te sonríen a la cara y te
rajan a la espalda, las que te miran disimuladamente cuando pasas mientras te examinan
de arriba abajo; aquellas que entran casi todos los días en tu perfil y las
que prefieren no hacerlo para evitar sentimientos, las que se proponen metas y las logran, o las que tiran la toalla; las que te idolatran y las
que te odian, las que te llaman cuando quieren saber cómo estas y las que no te
llaman nunca, las que sienten algo por ti y tu ni te enteras, las que se
enamoran de una ciudad, las que esconden algo, las que te sacan cada día una
sonrisa; personas que cuando estas con ellas no puedes parar de reírte,
personas que piensan que la vida hay que vivirla y que debes dejarte llevar, a
esas las adoro.
Personas que cuando te llaman o simplemente te miran, tu
corazón responde a mil por hora. Ingenuas, cabezonas, sinceras,
promiscuas, mentirosas, celosas, felices, dejadas, presumidas, sensibles,
modestas, antipáticas, románticas, sosas. Aquellas que aparentan lo que no son, las que se levantan bailando y las que le echan la culpa al pie izquierdo, las que te dan sin esperar nada a cambio, las que confían en tí; personas que no han roto un plato en
su vida (de esas quedan pocas), o las que cada día rompen algo. Miedicas,
generosas, impacientes, adorables, indecisas.
Infinitos adjetivos para innumerables personalidades, únicas y algunas, ejemplares.
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