¡No te subas ahí que te caerás! ¡No hagas eso que te harás daño! ¿Ves? Ya te lo había dicho yo... ¡Ten cuidado! ¿Y ahora te da por eso? ¿Y si te caes qué? Te harás daño. Te vas a caer. Miedo. Miedo. Miedo.
Siempre con el miedo pegados al culo, susurrándonos al oído.
Llega el día en el que... porque claro, siempre llega el día. En el que lo tienes delante, te faltan horas, minutos, o ni siquiera eso, lo estás haciendo. Joder, ya ha llegado. Es cuando, una pequeña brisa o un huracán llega a ti con esas cinco letras. ¿Y ahora qué? Pues seguiremos andando ¿no? Pero, hay miedo... ¿a lo desconocido? ¿a lo nuevo? ¿al fracaso? ¿a la mentira? ¿la traición? ¿la entrega? ¿el amor? ¿la pérdida? No sé. No sé. Tenemos alrededor de 60.000 pensamientos diarios, será normal tenerlo, ¿no? Tenemos derecho a la indecisión, a dar el paso, a enfrentarse al miedo. Aunque, al fin y al cabo, lo que es normal o no, lo decides tú.
Tampoco sé la finalidad de esto. Ni de muchas cosas. Todo va demasiado rápido.