lunes, 15 de diciembre de 2014

Viernes

Nos sentamos a la espera del recital, con ganas, en realidad, de que nos arranque las bragas. No mantiene contacto visual con el público. Se toca la barbilla con el pulgar y el índice. Cabizbajo. Todos le observan pero él sigue con el punto fijo. El tío que lleva rastas se levanta y se acerca, porque su amigo el gordo le ha hecho señas con la mano para que venga. El gordo, un tipo grasiento en el que piensas que a las putas les debe dar un asco tremendo hallar su polla entre la carne. Y además maleducado. Viene el rastas y me sonríe. Al principio me hace gracia, pero acabaré rompiéndole la nariz porque me tocará el culo, creyéndose que así quizá me vaya a con él a la cama. Eres una zorra de mierda, puta engreída y amargada, me dirá mientras se limpia con la manga la nariz de sangre, sujetado por su amigo el gordo colocado.

  • Eres muy guapa.

Me río.

  • Ah, ¿que no lo eres?

Me río pero con menos ganas que la anterior.

  • ¿Y tú que opinas?
  • ¿Puedes callarte?
  • Me caes mal.


El gordo y el rastas se levantan. Unai sigue leyendo. Deseo que se vayan y el rastas deje de rozarme. Me gusta su voz, a pesar de no entender lo que dice entre ciervos, besos en la frente, estómagos y lamer muslos. Noto como pequeñas vibraciones allá abajo pero no sé muy bien si es porque me va a explotar la vejiga o me pone cachonda su pose tímida. Sólo leeré dos poemas más, no quiero aburriros. 

martes, 9 de septiembre de 2014

Para siempre

Eres tú,
y aunque muchos sean iguales
eres tú,
y no es que sólo haya un tú,
sino que ahora
eres tú.
Esta vez te amo a ti,
y quiero despertarme a tu lado
que nos comamos el desayuno juntos.
Quiero que me lleves por el viaje
de los sonidos jamás oído.
Y besarte esos labios,
que hoy me vuelven sin sentido.
Nuestra eternidad

será para siempre aunque sólo dure hoy.

Soledad libre.

En qué momento pasé a deshacer todo lo que amé
por amores libres y no un sólo príncipe.

En qué momento odié el amor eterno, las
promesas con palabras
y empecé a dictarme por las miradas
por el lenguaje de los hechos.

¿Acaso tuviste algo que ver?
Si así fuera, las gracias te doy
por sacarme de la jaula

en la que necesitaba ser amada. 

martes, 11 de marzo de 2014

Amor, querido.

¿Cuál es tu momento de mayor inspiración? Cada cual ha de encontrar el suyo, pero suele ser de buena mañana o por la noche, cuando las personas duermen, la tierra parece que descansa y no hay almas ni sonidos que puedan molestar tu caos mental. Suele venir en momentos inesperados también, cuando no estás preparado y no tienes la libreta a mano, pero en cambio las servilletas nunca fallan y el "gracias por su visita" forma parte de una historia o de unos pensamientos enredados. A veces viene cuando no procede, porque estamos en el coche, en una clase supuestamente atendiendo o de paseo por la montaña.

Entonces me ha venido un tema tan atractivo y pintoresco, así como cargante e insistente, el amor. Oh sí, el amor, qué tema peculiar. Todos creemos que lo conocemos, cuatro letras, un te quiero, una rosa, un beso... el amor. Qué rápido viene y qué pronto se va, ¿verdad? Podríamos embaucarlo para que se quedara más tiempo, que nos deleitara con sus formas y sus estados. El amor... pero, sabemos lo que es el amor, ¿no? O quizá sabemos, lo que nos han enseñado sobre él, de lo que va acompañado, y si no pues no es amor. Es el amor ¿posesión? ¿entrega? ¿libertad? ¿pasión? ¿monotonía? Es gracioso decir cuánto estamos enamorados y a la mínima dificultad, cuánto odiamos. Frase legendaria "del amor al odio hay sólo un paso", o sea que del odio al amor, hay unos cuantos más, ¿no? De hecho, me atrevería a decir que del odio al amor, hay medio paso, el odio en realidad es un amor escondido por el orgullo y la no aceptación. Pero, ¿por qué hay sólo un paso del amor al odio? Quizá por el sentimiento de posesión, por el recelo y la inquietud en la que vivimos previamente, en ese período en el que tan enamorados estamos. Puede haber tan solo un paso del amor a la indiferencia, pero decir "odio" queda como más profundo y sobrecogedor.


El amor a una ciudad es libre y sincero. La quieres y sabes que te enamora, por su olor, por lo que te hace sentir cuando la visitas. Sientes en realidad que te encantaría vivir con ella aunque fuese solo una temporada pero no tienes la necesidad de poseerla, ni de mandarle, de imponer tus normas, ni mucho menos de hacerla a tu medida. Te gusta así, porque es cómo te ha enamorado, sin que pierda su esencia, y por esta regla, tampoco querrás que la ensucien, ni le hagan daño, por supuesto. Y cuantas más ciudades visitas, más te cuesta decidir la respuesta "¿y cuál es tu favorita?" Pero siempre suele haber una que es la tuya, donde sientes una conexión feroz, incomparable. ¿Amor? Tal vez. El amor es de muchos colores. En realidad, el amor es según tú lo dibujes, es según lo crees a tu manera. Lo moldeas y entonces construyes tu propia idea sobre el amor. Querer sacar lo mejor posible, disfrutar del otro, de aquello que pueda aportar a tu vida. Un proceso constructivo para ambos, un plus. En cambio el amor hacia tu ciudad es unidireccional, un regalo para los sentidos y el interior. Pero, ¿y si intentamos, a priori, ese mismo amor hacia la persona? Sin esperar nada a cambio, sin posesiones ni celos, sin miedos. Bueno, son experimentos, cuestan, salen bien o mal, depende, se pueden repetir, pero son un proceso al éxito.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Piernas enredadas.

Al despertar, abrió la puerta y el niño estaba de pie a unos cinco pasos con sus ojos fijos en ella.

Thais dormía desnuda con un hombre al que había conocido unos meses atrás o al menos eso creía. Hicieron el amor un par de veces, fogosos, como siempre, o tal vez follaron. Si no hay amor, ¿se folla? Luego durmieron, cayeron rendidos. Durmieron cual pareja ordinaria, en posición cuchara y abrazados, exceptuando los momentos de calor extrema en los que se alejaban. ¿Pero entonces, follaron o hicieron el amor?

Se revolvía en la manta, mordiéndola y chillando, estaba sola en la cama, se ahogaba dentro, como cuando la ola te hunde y te hunde, y tu, como una lavadora, das vueltas y vueltas, y quieres salir, pero sigues hundiéndote. Y sales. Entonces se despertó. Tenía la boca asquerosa. Bebió agua e intentó volver a dormirse.



Se levantó de la cama, descalza y con la parte de arriba del pijama, abrió la puerta y en la habitación de en frente, el niño estaba de pie, mirándola, erguido y fijo en ella. Y entonces volvieron a hacer el amor, y acabaron follando.

miércoles, 29 de enero de 2014

Sácate de paseo.

A un lugar donde se oiga lo que tú elijas, dónde tus ojos puedan captar, fotografiar imágenes y guardárlas en tu propia caja mental. Donde las hojas y tus cabellos tomen la misma dirección, bailando al son de un ritmo. Donde los cierres y   . Sácate de paseo, sal de tu interior y conéctate con él. Merécete un momento de éxtasis.

Si por casualidad te encuentras a alguien no te asustes, tal vez esté tan loco como tú y se haya permitido un paseo sin correa. Mantén la vista fija pero no más de dos segundos. Desnúdate en cuerpo y alma hacia lo que tienes delante. Sedúcelo, con una mirada, con una sonrisa, como mejor tú sepas y más segura te encuentres. Quizá él te lo devuelva con la misma moneda.

Pero ten cuidado, si esa elevación te crea una adicción al dejar aquel lugar, de querer volver a él, deseando sentir el placer de nuevo, de que tus pensamientos vuelen en total libertad y choquen como las olas en la orilla, y se vuelvan para dentro, y afuera, y adentro.



Si entonces crees que tu vida necesita nutrirse de momentos como ese para que cobre sentido, plantéate que eres especial. Y gózalo.



miércoles, 22 de enero de 2014

El síndrome del nada y del todo.

Se dice por ahí que los veintitantos es el periodo de edad donde encuentras realmente aquello que quieres "ser de mayor", donde defines tus objetivos y tu personalidad. Se dice también que los treinta son los nuevos veinte. Y hoy he leído por ahí que existe un tipo de persona al que se le hace llamar "neosoltero", es aquella persona que ha decidido ser soltero por decisión propia y no porque la vida se lo haya impuesto. 




Total, para todos los que se sientan sin un futuro definido, los que intentan pero no consiguen, no se lo conceden, no se lo aprueban, no se lo dan, o no los seleccionan. Força. Ojalá dependiera solo de nosotros. Pero como la realidad no es así, hay que apañárselas señores, y no venirse abajo. Y lo digo por las sensaciones, esas de, "¿es esto lo que quiero? después de una carrera, máster, idiomas o lo que el señor quiera que haya estudiado, estoy trabajando de camarera (trabajo dignísimo), ¿entonces? Pues sí. Así es la actualidad, y lo mejor es que incluso ni de camarera, simplemente en casa. Pero algo importante y además, muy mucho, mantenerse activo. Creer desempeñar alguna función, estudiar idiomas, buscar lo que te haga mantener el tiempo ocupado, la cabeza inquieta, pensar y aspirar. ¿Y qué pasa si no tengo dinero? Pues buscar otras alternativas, siempre hay eventos interesantes, gente que comparte su arte por el otro, trueques, solidaridad. Hay que saber donde buscar, hay que saber con quien estar, con quien seguir. Y eso. 

Arriba los ninis!


martes, 21 de enero de 2014

Colores en tonos chillones IV

Abril despierta los ojos. Los mueve dirección norte y por la posición del sol sabe que la hora no supera las doce. Hay una nota pegada en la parte superior a la derecha. "En tus sueños has descubierto una par de entendidos que ahora no recuerdas, pero lo harás, sin esfuerzo alguno. Están dentro de tu mente, sólo tienes que encontrarlos. Puedes salir de la burbuja, pero te advierto que una vez lo hagas sentirás un potente deseo de volver a ella". 

Sale y coge aire, se siente libre, desenfrenada, con ganas de correr. No corre. Cierra las puertas imaginándose tras ellas cómo deslizaría sus pasos, cómo se hundiría en la arena mientras saborea el olor del mar. Pero no corre. Oye a esos niños chillar, juegan a pasarse la pelota. Abre de nuevo los párpados y recuerda a aquél hombre que vestía un bañador, que se le cayó una navaja del bolsillo y que luego se hizo tan amigo del mar que desapareció en él. Lo recuerda porque sus puertas se han fijado en el mar, observando una larga tabla que choca a la perfección, cada cinco segundos, con la altura ideal, acompasado con las olas.

Se detiene, sin cerrar las puertas ni un sólo segundo, deseando ver qué será lo próximo, si ese hombre también va buscando lo mismo que el anterior o simplemente disfruta bailando en el mar. Entonces le llega un entendido, sin buscarlo, tal y como decía la nota. La música, bailar. Intenta indagar más, pero está desfasado. Sólo se le han quedado esas dos palabras en la cabeza. Música. Baile. Siente un tremendo deseo que volver y, sin cerrarlas, corre hacía atrás, hacia su burbuja.