sábado, 31 de agosto de 2013

Colores en tonos chillones II

Tantos lugares a los que querer ir, que Abril no sabe por donde empezar. Lleva tres horas sentada, mirando aquello que tiene delante, el mar. Las nubes se mueven muy deprisa. Abril las mira. Baja la vista y mira el mar. Viene alguien. El corazón de Abril empieza a latir de forma arrítmica. No consigue verle la cara, porque él está mirando hacia las rocas. Las rocas se encuentran a la derecha. Se acaba de sentar a su lado. 

Algo se cae de su bolsillo izquierdo. Lo coge. Lo mira y lo toca. Se lo coloca en frente de sus ojos, dándole la vuelta y observándolo. Lo vuelve a dejar. Se lleva las manos a la cabeza. Resopla. Se toca el pelo. Lo coge de nuevo. Lo deja. Sonríe mirando al mar. Lo entierra en la arena y se levanta. Coge la tabla. Entra al mar.


Abril sigue sin parpadear. Es la primera vez que presencia algo así. Rueda y llega hasta la orilla, para verle mejor. Está empezando a llover, pero el sigue en el agua. De repente se para y se sienta sobre la tabla. Las olas le chocan pero nunca cae. Hay truenos. Llueve sin cesar. Truenos y rayos. Abril le chilla pero no se da cuenta que nadie le oye, porque ella no está. Golpea de nuevo contra la pared pero es inútil. La cantidad de agua que cae es tal que ella ni si quiera ve más de dos metros. Piensa. La tabla aparece. 




jueves, 29 de agosto de 2013

Colores en tonos chillones.

Empecemos como el gran clásico y ya veremos como terminamos. Érase una vez... una muchacha llamada Abril a la que le gustaba mucho las flores grandes y coloridas. Todas las mañanas abría las cortinas de su pequeña alcoba en busca de rayos de sol que le invitaran a descubrir el mundo. 

Una noche se acostó pensando en la forma del arcoiris y en sus colores, pero cuando despertó estaba metida en una burbuja de hielo. Volvió a cerrar los ojos y empezó a mover los pies, para así despertarse de la pesadilla. Abril siempre controlaba sus sueños. Al abrirlo, seguía ahí. Lo intentó de nuevo, pero no tuvo éxito.


"Tu deseo se ha cumplido, permanecerás por nueve meses en esta burbuja. Podrás ir donde desees, pero en cambio, nadie sabrá de tu existencia. Se han olvidado de ti. Todo aquello que necesites, escríbelo." La nota estaba pegada en la suela de su zapato izquierdo. 

¿Cómo? Espera, espera... pero yo no he pedido ningún deseo. ¿Qué es esto? 

Abril golpeaba sin cesar, berreando como una niña pequeña. Se echó a llorar. Sollozaba hasta que se dio cuenta que era un trabajo inútil, estaba perdiendo el tiempo. Se levantó y empezó a rodar.

Continuará...